MENU CLOSE

¿Qué es un sesgo cognitivo y cómo nos afecta?

LOS PENSAMIENTOS Y LOS SESGOS COGNITIVOS

Cuando sentimos emociones, unas dolorosas y otras satisfactorias casi siempre están nuestros pensamientos de por medio. Es cierto, que el ambiente favorable es el primer paso para encontrarnos bien o mal pero el segundo paso y quizás más importante, es la interpretación que nosotros estamos dando a dicho ambiente.

El ambiente externo o interno no tiene un contenido emocional por sí mismo. Pero las personas poseen una enorme necesidad de ordenar su mundo, de insertar los datos nuevos en  la categoría apropiada. Etiquetamos lo que nos rodea porque necesitamos  comprender, ordenar y memorizar nuestras experiencias y  las clasificaciones nos lo hacen más sencillo.

Los procesos de interpretación de la experiencia, comprobación de datos y  categorización constituyen en parte  la base de la reacción  emocional.

Cuando surge una experiencia que no hemos vivido anteriormente, intentamos comprenderla y clasificarla. Buscamos activamente en nuestro entorno una explicación para poder evaluar y etiquetar. La elección de esa «etiqueta» determina la respuesta emocional. La emoción positiva, negativa o neutra se debe a las evaluaciones de los sucesos internos y/o  externos.

Es decir, la respuesta emocional  dependerá en gran medida de la interpretación que hagamos de la experiencia por lo tanto si podemos cambiar las atribuciones e interpretaciones, también podremos regular los sentimientos que generan.

 

Algunos ejemplos sobre  pensamientos que generan ansiedad:

En el primer ejemplo el cuerpo se tensa y se piensa «¿qué raro, por qué me late el corazón?» Se relaciona la activación física con algo perjudicial o inexplicable, buscando rápidamente una base para sentirse de esa manera. «son síntomas de una persona que no está normal» (atribución). Entonces el cuerpo reacciona al sentimiento de ansiedad activándose todavía más. Se observa, así, un incremento en el ritmo cardiaco y se vuelve a pensar «voy a estallar» «me voy a volver loca», lo cual da como resultado una mayor activación fisiológica, acompañada de unas valoraciones y predicciones cada vez más catastróficas y pesimistas, cada vez con más ansiedad.

En el segundo ejemplo una persona interpreta un suceso como peligroso diciéndose a sí misma «ahora estoy en un apuro, podría hacerme daño» «me voy a asfixiar»…. El cuerpo reacciona a estos pensamientos con una respuesta típica de alarma: taquicardia, movimientos intestinales, sudoración… Interpreta la activación, que se ha producido casi instantánea, como una prueba más del peligro que justifica la alarma. El cuerpo recibe el mensaje de que hay más peligro que al principio. Y así sube la ansiedad hasta que la persona se siente completamente asustada.

 

PARA ROMPER EL CÍRCULO SE PUEDEN CAMBIAR LOS PENSAMIENTOS, LAS RESPUESTAS FISIOLÓGICAS O SE PUEDE ALTERAR LA SITUACIÓN QUE DISPARA LA REACCIÓN DE ALARMA.

 

Los pensamientos muchas veces son automáticos y pueden ser una breve palabra, imágenes o discursos enteros. Entre el suceso ambiental o interno y la emoción existe una charla interior automática que a veces nos hace sentir mal. Cuando pensamos que no vamos a conseguir las metas que queremos, cuando sentimos que nos engañan sin pruebas o cuando sentimos miedo sin peligro real  nuestro pensamiento está actuando.

Los pensamientos distorsionados son inflexibles, automáticos, dogmáticos, negativos, catastróficos, auto-degradantes, perfeccionistas, adivinan el pensamiento de los demás, etc. En general son rígidos, introyectados, no realistas y restrictivos. Un pensamiento adecuado es flexible, permite las excepciones cuando las circunstancias lo justifican. El pensamiento se posee, no se introyecta, es decir, se ha pensado críticamente sobre esa creencia. El pensamiento adecuado se puede comprobar y  es realista. Por último,  un pensamiento es adaptativo cuando nos deja libertad, cuando contempla nuestras necesidades y sentimientos.